Mientras Jesús hablaba, un fariseo le rogó que fuera a comer con él; entrando, pues, se puso a la mesa. Pero el fariseo se quedó admirado viendo que había omitido las abluciones antes de comer. Entonces el Señor le dijo: «¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad. ¡Insensatos! el que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros».
«La lluvia de tu misericordia» © Difusión libre cortesía de Ixcís
Dame un punto de apoyo
desde el que pueda vendar
mis resquemores,
soltar del hombro el desconsuelo
y todavía de noche,
sentir el día amaneciendo.
Dame un punto de apoyo,
que me libre para siempre
del retrato del pasado,
que me suelte con ternura
de lo mal llamado ‘mío’,
que me abra a lo desconocido
sin esquemas previos.
Dame un punto de apoyo,
para ser en el mundo
valedor de la alegría,
indicio de ese amor con que nos amas,
aval de un corazón
sin coraza ni envoltura.
(Seve Lázaro, sj)